Todo eso lo hicieron en la Coloma

En la portada de La Vanguardia del 18 de enero de 1939, durante la caída de Cataluña, puede leerse una declaración, suscripta por diputados de la Segunda República, catedráticos, filósofos, periodistas, escritores y poetas, entre los que se encuentra Antonio Machado. La cabeza de la nota comienza:

“Ha sido publicada la siguiente apelación al mundo civilizado: Las tropas italianas de la División Littorio, después de concentrar en un campo próximo al pueblo catalán de Santa Coloma de Queralt a las mujeres, niños y ancianos, que huían de la invasión, los asesinaron sistemáticamente, disparando sobre ellos con ametralladoras emplazadas al efecto.”

Fusilaron doscientas personas. Unos medianos, unos camaradas que estaban cogiendo su trigo. Los sacaron a las eras, pusieron una ametralladora en la torre y los fusilaron. Niños, mujeres, todo eso lo hicieron en Santa Coloma. El cabo -luego sargento- Celestino García Montero cuenta que de haber llegado momentos antes, habrían podido salvar a aquellos camaradas “El no poder salvarlos, bastante dolor en nuestro corazón nos costó. Llegué y vi trece tanques. ¡La sangre mía estaba hirviendo en el corazón! Con mis cinco bombas me tiro tres tanques y me saco los italianos, que lloraban lo mismo que brujas” Ataviado con sus pertrechos, Celestino no puede disimular. La sonrisa se le dibuja en el rostro despejado bajo el birrete republicano cuando llega a esa parte del relato, la hazaña. Prosigue “Entonces os dije: ¿Qué, se han perdido en mi país? Y no dicen nada ¿Los ha mandado Mussolini? Nada ¡Que tenemos que defender a España aquí! Entonces, ¿Se han perdido vosotros? Mas vale que no os bombardeéis tantas poblaciones civiles, tantas capitales como Tarragona o Gerona. ¡Sois unos cobardes! Uno echó a llorar y le di un cigarro ¡Venga! Vamos pa’llá que vamos a pasear por Barcelona ¿Será posible? digo sí ¡No llores! Que los muchachos no lloramos porque, ya veis, que cada español vale por quince italianos.”

García fue pasado por las armas por un pelotón franquista junto a otros 79 compañeros en las tapias del Cementerio del Este en Madrid, 14 de junio de 1939, mientras volvía de unos días de descanso tras recibir sus honores. Gracias a su osadía, diez tanques italianos dieron la retirada en Cataluña. Muchos años después, alguien escribió en el lugar de su caída "Hay que ser como el camarada Celestino García, pa’ tirar muchos tanques. ¡Salud y República!"

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