Precios y valores

Cierta mañana, una señorita entra a una joyería con su reloj averiado y hace la siguiente consulta al dependiente

-¿Cuánto costaría reparar este reloj?

Le otorga con las dos manos la delicada maquinilla. Se efectúan los análisis del caso con el rigor acostumbrado. Las cejas se ciñen, se exhala con fuerza. Se niega con la cabeza. Se buscan herramientas en cajones atibborrados de objetos de dudosa utilidad. Se espera el veredicto, que llega después de unos susurros.

-Y, calcule usted dos o tres versos de algún poema suyo, un recuerdo de la infancia o una tanda de mates en la costa una tarde de verano.

La señorita retira su pertenencia y abandona el local indignada. Llega a la esquina de la avenida Independencia, se detiene en el semáforo y piensa que su reloj sigue averiado. Al fin y al cabo, nadie leerá sus poesías y los mates en la costa le vendrían bien para olvidarse de todo.

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