La primera piedra

Tantos mundos y yo fuera de todos. Eran unos días en los que me había resignado a convivir con tu ausencia. Otros días en los que tuve tus besos y tus lágrimas. Tan solo ayer, tu abrazo. Hoy, ni tus besos, ni tus lágrimas, ni tu abrazo. Ni siquiera tu ausencia. El único apedreado entre los pecadores.

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