Hechizo.

Había en sus ojos canciones inmensas. Y en su mirada murallas, pintadas de frío.
Podría buscar en cientos de mares esa sal. La misma sal. Cada despertar la devuelve distinta al mundo de las cosas, de los días y las horas. Unas veces, caricia matutina, poesía cercana. Otras, pasión y lucha, sonrisa cotidiana. Pero si ocurre que no despierto y llegue el miedo, acaso, pensaré en sus manos y en el conjuro de su abrazo.

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