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Mostrando entradas de febrero, 2014

Acerca de las obras inconclusas

Toda obra tiene más futuro que presente, tiene más para dar de lo que “es” (de lo que puede pensarse en esencia que es) Entonces la obra está puesta en el mundo de aquí en adelante, desde su concepción en adelante. Esta idea entra en aparente contradicción a la alta valoración que se tiene del presente como único espacio concreto de realización, pero ¿cuál es entonces el presente de una obra? Creo que el tiempo vital de una obra se renueva con cada interpretación; cada lectura le da a la obra un presente nuevo y, por lo tanto, vuelve a servir como un prisma; una forma de ver -y de entender- el mundo que es a la vez cambiante y modificado por la obra. Es decir que el presente de la obra se realiza en cada lector. De este modo, la literatura encuentra su más alto horizonte: una forma de indagar en la condición humana. Y ese es su profundo valor. Para que este proceso se repita, es necesario que ningún círculo esté cerrado, siendo el final lo que menos importa en este sentido.