Escribir

A veces es un arrebato, otras, una ardua búsqueda. En todo caso, me desprendo tanto después, al terminar, que todo lo hecho me parece insuficiente o equivocado. Quisiera empezar de cero, otra vez. Pero nadie empieza de cero; nadie abandona por primera vez, nadie triunfa en la persecución de aquello que una vez fue y, ¿quién sabe si fue? Entonces todo se vuelve arduo y hay que remontar estas palabras y hay que explicar cosas que no vienen al caso, y permanecer despierto en las madrugadas. Menos mal el café. Mejor el arrebato, aunque después me arrepienta y quiera encontrarle la quinta pata.

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