Destino de la memoria


Solo en el camino. Podía verte, pero no estabas conmigo; estabas entre las estrellas. Supe cuál de todas eras. Mi sed saciada de celeste beber. Cálida paz, silenciosa fuerza que gobierna los astros, susurro de una luz que ahora es pasado. Llega a mi como una llovizna al anochecer, como refresco a la tierra dura y quebrada que la recibe y se hace lodo poco a poco, como una caricia; cientos de manos blancas o sólo una, fría e inabarcable, alivio de las frentes afiebradas. Supe cuál de todos esos puntitos agitados eras; el único que no era estrella, el que aun parpadea cuando nadie lo ve.    
Vendrán a buscarme, me inventarán una historia, un nombre y un camino. Cifrarán mi silencio. Será uno el día con el canto sereno de los pájaros muertos al alba. Ya no habrá estrellas en el cielo ni caminos que seguir. Sólo la memoria, pausa cruel y fatal, desatará los nudos de aquella noche ciega y eterna.  

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