Íntimo.
Una de las
formas de la comprensión, que es también muerte y milagro, es romper en un
llanto silencioso mientras se lee un cuento.
…”Pero no
hablemos de hechos. Ya a nadie le importan los hechos. Son meros puntos de
partida para la invención y el razonamiento. En las escuelas nos enseñan la
duda y el arte del olvido.”
Tardé mucho
tiempo en entender, no tuve la buenaventura de que otros me convidaran el
saber. Hoy, lloro. Sin remedio, el olvido profetizado en esas páginas, las de
Utopía de un hombre que está cansado, se hizo verdad en la carne del autor, y
renace en cada lectura, en cada sucesión. Puedo ver ahora que estoy solo, como
en aquellos días en los que el amanecer llegaba tras el desvelo. De algún modo
sigo ahí, esperando la noche, pero sé que mi dolor (como el de él) no es más
que un dolor humano, el dolor de ser.
“La vida
es, para mi, el tramo incomprensible de una suerte ajena; una suerte que me
aventuro a adivinar”
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