La estética de la violencia.

El discurso de los medios está plagado de violencia, tanto en las imágenes que se emiten como en la construcción misma del relato. No solo los hechos que se exhiben son de naturaleza violenta, además ésta se extiende en el tiempo y trasciende la noticia porque forma parte intrínseca de la construcción mediática. Este fenómeno de generación de violencia a partir del modo en que los medios tratan distintos temas es evidente en la cobertura de crímenes recientes, como lo referente al caso Candela Sol Rodríguez o al asesinato de Ángeles Rawson. Los medios transmiten, representan y generan violencia, y para ello emplean una estética determinada.

La inserción de los medios masivos de comunicación es tan profunda que su dinámica está naturalizada casi por completo. Tanto es así que podemos pensar que los medios muestran de manera inocente la realidad, que dan cuenta de los hechos que debemos conocer. Se supone que debemos estar informados de una variedad de temas, pero ¿quién establece la agenda? La mecánica de los medios masivos obedece a un sistema de jerarquización con varios niveles, entre los cuales podemos destacar dos principales: formato y línea editorial.

Quisiera detenerme en lo que concierne a la línea editorial y, específicamente, en los medios audiovisuales. Los aspectos abstractos de la mediación. Es a través de estos aspectos que la violencia encuentra cauce, sustento y justificación.

En un estudio realizado por la UNESCO se señala que los medios audiovisuales en particular son más gráficos en su representación de la violencia que los libros y diarios; dejan menos libertad en las imágenes individuales que los espectadores asocian con las historias. A medida que los medios se perfeccionan con la introducción de la tercera dimensión (realidad virtual) e interactividad (juegos en la computadora y multimedia) –y como siempre están disponibles y son universales (Video e Internet) – la representación de la violencia “se fusiona” considerablemente con la realidad.[1]

La actividad de los medios puede tener que ver con la verdad pero también influyen en esta misma verdad a través de su propia conducta. La llamada “Teoría del guión”[2] supone que el desarrollo de las visiones de un mundo complejo (“guiones”) a través de los medios, tienen su influencia. Si se sobreestima la probabilidad de violencia en la vida real, por ejemplo, por su frecuencia en la pantalla de la televisión, se desarrolla un sistema de creencias donde la violencia es una parte normal y adecuada de la sociedad.[3]

La exposición de los auditorios masivos a la representación exacerbada de la violencia no necesariamente transforma la conducta del público, pero la dirige y la enfoca estableciendo parámetros de comparación distorsionados.

Los medios masivos no contemplan al individuo en toda su complejidad (situación socio-cultural, entorno familiar, realidad de su comunidad), solo lo consideran en tanto consumidor potencial. De manera que el impacto de las representaciones de la violencia es insondable. El alcance de la omnipresencia de la violencia en los medios contribuye al desarrollo de una cultura global agresiva.



La socióloga Monika Dunajecka distingue dos tipos de violencia mediática: la violencia pasiva, cuando los medios se limitan a presentarla y se benefician de sus efectos, y la violencia activa, o modo de representación, cuando son los medios quienes la provocan, de modo que redoblan su peso y sus efectos. La violencia representada se acompaña de la violencia en el modo mismo de representar.[4]

¿Es posible hacer una distinción entre los actos de violencia difundidos por medios de comunicación (sin llegar a la cuestión de la mesura siquiera), y la violencia engendrada por ellos? No estoy seguro que sea posible trazar una línea claramente divisoria, pero considero importante tener en cuenta el aspecto estético de los medios audiovisuales para lograr una aproximación.

Mencionaba al comienzo, de forma muy sintética, la línea editorial como criterio de jerarquización de la información. Esa línea editorial e ideológica, está determinada siempre por intereses que el medio se ve en posición de defender.

El principal capital de los medios es su audiencia. La capacidad del medio de influir en esa audiencia y generar opinión pública es lo que lo convierte en un medio gravitante. Pero para poder influir y formar opinión primero debe asegurarse una audiencia cuantiosa. Primero debe captar la atención para luego influir.

Dunajecka sostiene que el uso de la violencia en los medios de comunicación siempre fue un recurso de atracción de interés. Su efectividad se basa en el impacto sobre la sensibilidad que produce una atención desmedida sobre algo. El problema es que los medios, al recurrir a este sistema, necesitan impactar la sensibilidad cada vez más para producir el mismo interés o atención: [5]

“Cuando los medios, en su carrera comercial por atraer el interés, empiezan a ejercer violencia y a convertirla en su mensaje fundamental, se produce una reducción de los temas e intereses tratados. La sociedad se banaliza, se hace primitiva, escabrosa, sensacionalista. Las cosas más inefables, más cargadas de valor, como la muerte, la enfermedad, son ventiladas en los medios con total vacuidad y superficialidad. Se comercia con la muerte y con la enfermedad, pero también con la violación de la intimidad, con la perspectiva de las relaciones humanas siempre dudosas e inmorales.” [6]

La estética de los medios masivos es determinante a la hora de transmitir el mensaje de violencia. La simple exposición de una imagen tras otra sería imposible de asimilar para el espectador y no captaría en absoluto su atención. Es preciso darle a las imágenes una proyección, dotarlas de un vehículo capaz de penetrar en la subjetividad de la audiencia. El efecto de realismo propio de los medios genera la sensación de que lo que vemos es efectivamente lo que ocurre.  

La edición del material es, antes que nada, una decisión estética. Esta estética responde a un modelo de transmisión de información. La violencia trasciende la noticia porque está codificada en el modo en que el medio trata la información. Nada es arbitrario. Las imágenes se organizan con un criterio, lo mismo sucede con los testimonios, los encuadres, la iluminación, la música, la elección de invitados, los sobreimpresos, etc.

Los elementos derivados del cine y el video, los recursos cinematográficos, impregnan la producción televisiva. Las estéticas más efectivas, las que logran captar mayor atención, suelen ser también las más violentas e impactantes. Desde la elección de los colores, pasando por el diseño artístico y la disposición de la pantalla, hasta la tematización misma, todo constituye un discurso y, como tal, forma parte de una ideología.

El análisis de la estética y su metamensaje nos conduce a desmontar el discurso del medio, pudiendo detectar de qué manera se ejerce la violencia activa. Realizar esta tarea demanda un ejercicio de conciencia que puede volver visibles aquellas estructuras que por la propia dinámica de los medios masivos no aparece como algo evidente, pero que determina la representación que asimilamos como verdadera de la sociedad en que vivimos. 

Según Dunajecka, en los medios no se repara en el hecho de que la violencia no es algo consustancial a la vida o natural, sino que se puede evitar y se puede vivir sin violencia:

“Hemos llegado a un  punto, tal y como se representan las relaciones en las series de ficción, y tal y como se informa de la violencia real en las familias, en que se considera o se trata la violencia como algo normal. Es completamente anómalo el pensamiento de que la no-violencia es posible.”[7]

La dicotomía entre violencia-no violencia aparece como un debate engañoso. La violencia es un concepto muy amplio y complejo como para discutirlo oponiéndole su contrario. Es necesario restringir el significado del término “violencia” para poder discutir en cada caso a qué nos referimos y cómo abordar la problemática. La clave está en problematizar en vez de oponer.

Desde la perspectiva mencionada en este artículo, promover la no violencia significa renunciar desde los medios a la implementación de la violencia activa. Si bien la violencia existe y los medios deben dar cuenta de ella, incluso para contribuir a la solución de conflictos,  esta nunca debe ser generada por los medios. Por lo tanto debe tenerse especial cuidado en el tratamiento de la información y someter a juicio permanente los criterios de editorialización. Los medios no pueden erradicar la violencia, pero lo que sí pueden – y deben – hacer es reflexionar acerca de la representación social que construyen de la violencia. solo de esta manera la sociedad podrá verse reflejada de manera más rica y cercana. 















FUENTES

La violencia en los medios. Estudio global de la UNESCO Dr. Jo Groebel
Boletín 49 Proyecto Principal de Educación en América Latina y el
Caribe. Santiago, Chile, UNESCO, agosto 1999. 80 p

Dunajecka, Monika (2012). La violencia y los medios. Agendas. Bien Común. Fundación Preciado. Año 15, No. 191-192. 58- 62 pp.



[1] La violencia en los medios. Estudio global de la UNESCO Dr. Jo Groebel Universidad de Utrecht, Países Bajos. Proyecto conjunto UNESCO, la Organización Mundial del Movimiento Scout y la Universidad de Utrecht

[2] Propagada por Rowell Huesmann y Leonard Eron entre otros.

[3] Idem 1
[4] Dunajecka, Monika (2012). La violencia y los medios. Agendas. Bien Común. Fundación Preciado. Año 15, No. 191-192. 58- 62 pp.

[5] Idem anterior.

[6] Idem anterior.
[7] Idem anterior.

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