Snapshots
Antes no le
gustaba la lechuga, ahora come a montones. Fue a jugar y lustró todo el piso
con las rodillas. Aprendete las tablas porque te rompo el alma. Como si fuera
necesario ocupar memoria en eso, como si no fuera suficiente contar con los
dedos en el bolsillo del guardapolvo, como si la primitiva y simple suma no
alcanzara. Hay que apelar a instancias superiores de la conciencia. Hay que ver
si sabe o es un burro. Queremos pruebas. No me vengan con dibujitos, ni poemas,
que sepa contar, que es lo que le va a dar de comer. Eso y las divisiones, por
dos cifras, por tres, por diez, por mil. Que sepa. Que sepa lo que es bueno.
Que llore todo lo que quiera, ya se va a cansar. Yo le voy a dar. No se quiere
sacar fotos. Está siempre enojado. Me llama la maestra. Los chicos le dicen
cosas, una vez se agarró a piñas. Una vez, pero valió por muchas. Creo que me
quedé corto. Era por jugar y el pibe se la tomó en serio. Cosa de chicos. Ah
pero no, estaba como loco. No lo podían sujetar. Ya no estamos ahí para comprobarlo,
¿no? Ya no se puede volver. Ni ahí ni a ningún otro lado. No hay un lugar donde
las cosas pasan, las cosas nos pasan. Qué diría hoy la directora. Lo que suceda
fuera de la institución no es responsabilidad del establecimiento, pero vea qué
vergüenza. Claro, nadie se agarró a piñas. Tendrían que poner una placa de
recuerdo entonces. Mucha lata. Me quedaba escribiendo o dibujando mientras mi
hermano escribía a máquina. Yo también quería escribir a máquina, pero era muy
ruidoso el asunto y como se me daba por escribir de noche no había manera.
Fumábamos cada tanto en la terraza o en la escalera.
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